Terminó
el ciclo de Hugo Chávez y no fue precisamente de la mejor forma. No sólo
hablo de su muerte por un cáncer potente, la realidad que dejó Chávez en
Venezuela es preocupante. Tras 14 años en el poder, el caudillo protegió y patrocinó
a terroristas, pisoteó la democracia, amordazó la libertad de prensa, empobreció
un país inmensamente rico, aumentó la inseguridad y sometió a su pueblo a una
permanente incertidumbre. El líder socialista deja una dictadura aún en curso,
un país sin orden y con un futuro precario.
Fui un
incrédulo todo estos años de enfermedad de Chávez, nunca creí en dicha
enfermedad. Aunque acepto que me equivoque, mi razón era sencilla, nunca le he
creído a tiranos. Pero la lección va más allá, pues queda demostrado una vez
más que los dictadores no salen de forma democrática de sus gobiernos. Salen
muertos o huyendo en un helicóptero.
Llega el
momento más difícil de Venezuela donde la verdadera unidad tiene que mostrarse
en las calles pidiendo un cambio. El país hermano merece libertad y
prosperidad, llegó ese momento. Que equivocado estaba Juan Manuel Santos, es
ahora cuando Latinoamérica podrá tener una verdadera estabilidad. Fuerza
para Venezuela y que en los cambios que se avecinan reine la paz y la justicia.