No me sorprende mucho el anuncio de la nominación de Juan Manuel Santos
al Premio Nobel de la Paz. Después de que Andrés Pastrana y Piedad Córdoba estuvieron
también nominados a dicho premio, cualquier cosa puede pasar. Seguramente si
Alfred Nobel aún tuviera alguna participación en la elección del ganador, el
presidente Santos quedaría de último. Es
que la paz que se está negociando en Colombia es mentirosa y no duradera. Aquí
en el país lo que se ha logrado en 3 años es un aumento en la inseguridad y se
ha abierto la impunidad a los terroristas. Eso no es paz.
Pero recordemos que en los últimos años en el continente americano se le
ha otorgado dicho premio a Rigoberta Menchú y Alfredo Pérez Esquivel. Su
trabajo ha sido bastante cuestionado pues abiertamente han defendido
revoluciones y luchas armadas que supuestamente han llevado a la pacificación
de países. Hoy esos dos laureados defienden en foros internacionales a las
Farc. También lo recibió el carismático presidente
de los Estados Unidos, Barack Obama, aunque pocos sabemos el por qué de tal galardón.
Así pues la nominación es un gran logro para Juan Manuel Santos, desde
hace mucho se advertía que ese era su verdadero interés, porque los intereses
de la Patria es lo único que no ha sabido defender el jugador de póker.
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